martes, 9 de febrero de 2010

Eva Vaz, más cangreja que ninguna, este jueves en Las Noches del Cangrejo.


Eva Vaz (Huelva, 1972) se dedicó durante varios años a la gimnasia rítmica, antes de licenciarse en Filosofía por la Universidad de Sevilla. Ha trabajado en el campo de la escena, el periodismo y las artes plásticas, realizando la exposición Hembras, en colaboración con Ángeles Santotomás. Actualmente dirige la empresa de gestión cultural Ex-Libris.
Ha publicado, entre otros títulos, Ahora que los monos se comen a las palomas (2001), La otra mujer (2003), Leña (2004) y Metástasis (2006). Su obra aparece en diversas antologías, como Carne picada, Poetas del extremo, La verdadera historia de los hombres, 21 de últimas y, más recientemente, Tripulantes, La venganza del Inca, Femigrama, Hankover y 23 Pandoras. Tiene en prensa una antología de su obra poética que aparecerá en la editorial Baile del Sol con el título de Frágil.

PARA GRITAR

Mi madre siempre deseó
una parcela en el campo:
"Descansar
es invertir en calidad de
vida".

Para su último hogar
improvisó un alquiler
de cinco años y flores de
plástico.

La muerte también tiene
fecha de caducidad.

Ha vencido el alquiler
y mi padre le ha comprado
su propia parcela en el campo,
en el pueblo.

La muerte también entiende
de clases.

Vuelven a encontrarse,
por arte del negocio inmobiliario.
Su última cita,
en el paraíso del cementerio municipal:
mi padre asiste al siniestro desnudo
de huesos desordenados.
Y el anillo de matrimonio.

Su esposa, mi madre,
en una paz brutal como nunca tuvo.
Todo en una bolsa de plástico.
Sin más mística:
el espanto en una bolsa de basura.

Mi padre volvió a sentar
a su amante
en el asiento del copiloto.
Con cariño. Con la tragedia
instalada en el volante.
Con arcadas. Con amor.

Depositó la bolsa,
como el que regresa del supermercado,
en la propiedad, orgullo familiar,
en una bolsa de basura
de plástico
de marca.
Tantas bocas viven
de la muerte.
Hasta mi poema vive de la muerte.
Mi ego liba de tu muerte.

Perdóname,
mamá,
has tenido una nieta.




EL CORAZÓN DE LÁZARO

Firme es esta voz que aúlla
con la ternura de los lobos.
Esto soy. Esto ofrezco.
No es poca cosa haber llegado a este poema.
Soy la que se levanta temprano
con el corazón de Lázaro entre las manos.

Yo soy la última canción.
Yo soy el acople.
Soy el tercer cigarro encendido con la misma cerilla.
La música sin el bar.
Soy el final.
Soy el diagnóstico.
Soy la que se levanta temprano
con el corazón de Lázaro entre las manos.

Firme es esta mirada de ojos enfangados
que sin querer tocar el cielo
llegaron a lo más alto:
llorarse con luto estético
la tragedia propia y la ajena.
Arrastrar todos los escombros.
Soy la siesta infinita de la suerte.
Soy la que se levanta temprano
con el corazón de Lázaro entre las manos.

Yo soy el libro empezado.
El último poema.
El primer verso.
La H muda.
El estertor.
Soy la que se levanta temprano
con el corazón de Lázaro entre las manos.

Soy el vértigo.
El ruido de los venenos, soy.
Soy un mapa sin leyenda.
La vértebra de menos.
La hoja roja.
Soy Eva Vaz, la pirueta de un nombre.
Soy la que se morirá aprendiendo
como se muere una.
Soy la que se levanta temprano
con el corazón de Lázaro entre las manos
y lo alimenta,
y lo envenena,
y lo consume.
Y lo ama.





ESTIGMAS

Ella tenía una libreta
donde recogía
los insultos de él.
Cuando discutían,
ella sacaba la libreta.
Él crujía los huesos
de sus manos.
Y comenzaban a insultarse.

En una de las escenas
a él no le dio tiempo
de crujirse los huesos.
Ella no escribió
nada
en la libreta.

Se escribieron
las frases más contundentes
con la mano abierta.
Y las uñas.

Ella no sabe cómo
se escribe
eso
en la libreta.

Ahora pinta
con maquillaje oscuro
sobre el estigma,
para que no
se note.

Su hijo utiliza
ahora
la libreta
para pintar casitas.

La maestra le ha dicho
que sus casitas
son muy raras.

No tienen ventanas.
Ni sol.



YO NO QUIERO

Yo quiero que sufras lo que yo sufro
y aprenderé a rezar para lograrlo.
José María Fonollosa

Yo no quiero que sufras
lo que yo sufro.
Yo quiero que sufras
más.
Yo te quiero más roto
que yo.
Más desguazado
que yo.
Yo quiero que el dolor
te destroce el esternón.
Que tengas que luchar
a todas horas
por sobrevivir sin ganas.
Que no soportes
ser el hombre más miserable
del mundo
por quererme a tu lado.

Yo ya lo sufro.

No quiero que me odies.
Odiando se hace más fácil
la ausencia.

Yo quiero que sufras
lo que yo sufro.
Yo quiero que te asfixies con tu llanto,
que no encuentres paz
en ningún sitio.
Que no soportes el peso
de tu cuerpo
sin mis dedos.
Yo quiero que el miedo
no te deje dormir,
como un dolor insomne.

Yo ya lo sufro.

Yo quiero que sufras
lo que yo sufro.
Yo quiero que vengas,
rogando en silencio,
muerto de miedo, inseguro,
que vuelva contigo.
Que sin mí, tus días
son estertores.
Como mi pésame diario.

Dime que sufres lo que yo sufro.

Y dímelo llorando.


PRETEXTOS
Motivo o causa simulada o aparente que se alega
para hacer algo o para excusarse de no haberlo ejecutado.
R.A.E.


Teníamos pretextos, motivos no fingidos,
costumbre, terror, para seguir,
aguantar, seguir aguantando,
como los tubérculos bajo la tierra,
asfixiados bajo la corteza.
Los ojos, la boca, llenos de tierra.
El pelo, las uñas,
como los muertos.

Y pretextábamos.
Pretextábamos todo tipo de circunstancias
no fingidas. Mentiras. Terror,
verdades implacables.
Pretextábamos como lo hacen los animales
antes del sacrificio.
Y como los niños:
quien levanta la voz, quien hace el dictado al revés,
recibe su castigo.

Y comencé aquel extraño dictado
del nacimiento de arterias bajo el cemento.
La voz, los gritos bajo la tierra
hasta romper la corteza:

la guerra ha comenzado y yo muero levemente.
Me gusta este dictado estúpido y solo.

Y todo este daño para saber
que el verdadero pretexto, la circunstancia
fingida: la mentira, el terror éramos
nosotros.

Ahora devuélveme a nuestra hija.

Ya no te quiero.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La palabra "donde" del poema estigmas no lleva tilde.
Yo no doy tanta importancia a la ortografía porque creo que todos en alguna ocasión cometemos faltas.
Por lo demás, me gustan los poemas
Blanca Ezquerro

Tomás Rivero dijo...

Querida Anónimo Blanca Ezquerro:
Que la palabra donde tenga o no tilde y que esa falta merezca tu atención, es decir que llames la atención por esa "falta", tiene una lectura patafisica. La pregunta es:¿dónde empieza el poema?. ¿La foto forma parte del mismo?. Sí.
Por lo tanto, lo que está claro que debería llamar tu atención, es la cantidad de tildes que le faltan al desnudo de Eva. Y la cantidad de cacharros que le sobran a la pila. Son esas "faltas" que no te llaman la atención, lo que a mí sí. Yo le doy muchísima importancia a la ortografía del desnudo. Y a las cocinas. Hasta hay podíamos llegar. Curiosa la psicología patafisica.
Si Eva se hubiese puesto todas las tildes, veríamos un desnudo como dios la hizo: sin cangrejos y sin tapujos. Lástima la censura de una rubia con el vello del pubis negro.

Tomás Rivero

Ula dijo...

¡Qué bueno, Tomás Rivero!
¡La ortografía del desnudo! ¡OLÉ! (Soy andaluza)
Perfecta La Eva.
Un saludo