domingo, 13 de diciembre de 2009

Crónica desde el Rascacielos, de Nuria Ruiz de Viñaspre

He vuelto de Sevilla. Emperrada. Emperrada en un AVE. Emperrada en volver siempre a esa ciudad llena de animalitos artísticos. Emperrada por ese perro andaluz. Emperrada y engatusada. Engatunada. Encangrejada. Enjaulada. Emperrada en transformarme literalmente en un cangrejo que avance caminando hacia atrás para coger empuje y afrontar día a día el futuro que depara. El Perro andaluz para mí es un arca de Noé. Y el otro día estuvo lleno de animales vivos. Ser presentada en el perro por el señor cangrejo Antonio García Villarán, porque es señor, y es cangrejo, porque es todo un iniciador de ideas, incansable e inagotable como el propio cangrejo que encierra su nombre, arropada también por la también cangreja Nuria Mezquita, la meca a la que todos quisiéramos peregrinar para visitar su verdadera mezquita, la cueva de su inteligencia y su buen hacer; ambos todo carne bajo su cobertura crustácea de su caparazón: ambos, como bueno cangrejos, vagando siempre sobre el fondo, hacia atrás, al revés del mundo, el camino recto.
Ver salir del agua a ese pez marino que parece Ana Arcas, ese otro animal acuático, ese pez-hormiga siempre construyendo con su zurda-mano-diestra, burbujas que sostengan este mundo para que no decaiga. Conocedora por tanto de la responsabilidad con este mundo.

Ser testigo activo de la explosión interna que supone ser a veces pájaro-a veces jaula pizarnikiana, Laura Rosal, blanca ella pero también sangre, roja-sangre siempre ceñida a su cámara que es su vestido... alocado vestido con ideas claras.
Al gatunísimo Javier Gato, negro hasta la primera primavera que entre por la puerta de este mundo, donde el viento se llevará lo negro, toda una promesa de amor y que nos acompañó a Gracia y a mí casi todo el día del viernes haciendo de nuestra velada un recuerdo casi gótico de angostas calles...

Ver el espacio CREA, emborracharme de pintura, de óleo, ser nariz, solamente, hundirme en los mundos de Gómez Losada, ese otro animal de tierra, sociable pero discreto y silencioso, a veces pez en agua a veces lobo en la niebla, que rastrea otros mundos, hundiéndote en su mundo, su bosque, su espacio que lo envuelve todo, hasta lo involvente, un ser al que admiro mucho más desde que es carne a mis ojos y del os dejo una muestra del olor de su epidermis.



Tocar los libros del Cangrejo con el par de patas-pinza en que se habían convertido mis manos...
Ver a Sergio, ese otro lobo con los ojos de bosque... buscadores siempre, a veces despertado a la vida por la fatiga, otras por el hambre... como él mismo aseguró-
Ver también a Nacho Montoto, a Carmen Herrera, que para mí fueron puro placer a mis ojos y oídos. Conocer a Lola Crespo, la de la mirada madura, la serena, a Vicky, delicado ser subido a unos zapatos, a Chivite.
Reconocer en esas tierras al madrileño Cenamor fue también todo un lujo, como todos aquellos que conocí y me dejo aquí.

A la llegada a Madrid me esperaba S., mi tierra. Hacía siglos que no la veía, nos contamos de todo, S. me hablaba de su intenso día mientras yo le hablaba del mío. Entre medias, macadamia y chocolate. Me dio un paquetito pequeñito con un jeroglífico que abrí casi al instante, era un llavero con una vaca hermosa y feliz a la que se iluminaban los ojos irradiando mi particular mundo y mugía con toda la vida que puede tener un llavero... se me escapó un inicio de lágrima y dije: mis vacas, S,. es tan paciente con todos mis amores... más tarde, en el restaurante donde cenamos me dio otro paquete, esta vez su forma me recordaba un libro o un cuaderno. Un cuaderno cuya ilustración es un pez-carpa y una flor de Loto. Entonces susurré: mis peces... Leeré en alto lo que allí escribió.

Te regalo esta libreta con una carpa japonesa como la de la película Lluvia negra..... Hasta aquí puedo contar...

¡Cómo cuida S. mis peces, mis vacas! a veces pienso que viven y perviven por la mirada de S. Sus papeles de regalo pintados a mano, rotulados a mano dan aire y vida a todo esto. Por supuesto, volvieron a suicidarse algunas lágrimas desde el precipicio de la montura de mis gafas.

Brindo por todos los animales vivos de aquel jardín de las delicias, sin obviar a los muertos por olvido. Un lujo compartir esa noche diferente con Agustín García Calvo y Gracia Iglesias.

*prometo inlcuir fotos entre estas palabras cuando un alma caritativa de los que allí estuvimos me envíe algo..... Lau*, Gracia ¿estáis leyendo esto?



*fotos: Laura Rosal (éstas dos últimas me encantan, una porque es una explosión estética y otra porque es toda una explosión de color)
El Rascacielos

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